Dichosa y
sufriente
Tus manos gastadas y arrugadas
por el día a día recogen el sudor de tu frente como bendiciéndolo.
Trabajo y mas trabajo, sin
quejas, pues no hay tiempo.
Sacrificio por los tuyos, aunque
no te lo agradezcan.
Madre Venezolana, campesina e
inmersa en las populosas barriadas de la gran ciudad.
Ejemplo de valentía y siempre
dispuesta a dar más y más.
¿Cuánto te vale un hijo madre
adorada?, no cuesta nada, porque no tiene precio, pero vale toda la vida y más.
Noches de largos y atentos
insomnios que pagan con las ojeras que tu rostro esgrime.
¿Quién te enseño a ser madre?
Nadie, porque esa materia no dan en el liceo. Sin embargo, te graduaste, aunque
sigas haciendo postgrados e intensivos, pues el aprendizaje de ser madre no
acaba nunca.
Madre bravía, madre incansable,
madre que gastas tu vida.
Gracias madre mía.
Dichosa y sufriente cada día de
tu vida.
J. Giménez. SJ.
15/Mayo/2006

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