Dime rosa, ¿Por qué quieres ser clavel?
Le pregunto el amado al amante en el jardín del edén.
¿No te bastan acaso los fríos inviernos en los que tus pétalos cobijé?
¿En qué he fallado? Prosiguió el amante con amable candidez.
Con amor planté tu semilla en el lugar más hermoso del jardín.
Preparé para ti la tierra con mis manos cual
mesa para el festín.
Cada mañana, presuroso, corría hasta ti.
Para ver cómo nacías a la vida, cómo te abrías hacia mí.
En mi jardín he plantado muchas flores, únicas como tú.
A cada cual he dado mi amor, sin límite como el cielo azul.
No te aflijas por ser como el clavel, mi amada rosa de tul.
Pues renuncias al regalo más grande;
el regalo de ser tú.
J. Giménez s.j. 29/Mayo/2006

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